sábado, 18 de julio de 2009

EBRO 1938. Los personajes (Carmela Miró Winkler)



La imagen pertenece al libro "Perill de Bombardeig! Barcelona sota les bombes (1936-1939)", de Santiago i Elisenda Albertí, publicado en 2004.


La imagen pertenece al resultado de uno de los bombardeos que los Savoia S81, que bendecía el Papa, perpetró sobre Barcelona.


En Ebro 1938 Carmela Miró Winkler, una bibliotecaria del SBF (Servicio de Bibliotecas del Frente) refleja lo que vivió la retaguardia, la Barcelona del 38, como bien documentan Santiago y Elisenda Albertí al referirse a uno de los bombardeos que afectó a las calles Provenza, y Aragón:


"casas desplomadas, árboles por el suelo, agujeros fantásticos, las barandas de la vía del tren de la calle Aragón caídas, galerías hechas añicos, vidrios rotos por todas partes"...


"todos los vidrios de casa estaban rotos y muchos clavados como flechas en la pared del fondo de las habitaciones, ya que la presión del aire es tan fuerte que los vidrios son arrastrados con violencia"...


2/3 de las víctimas de los bombardeos acostumbraron a ser mujeres y niños. Las bombas caían "deliberadamente" en el centro de Barcelona, donde la gente comía, paseaba, o descansaba en sus camas, y en muchos casos los niños volaban en pedazos, y en otros las bombas les vaciaban las entrañas.


Carmela Miró, de los Servicios de Cultura del Frente, primero verá el frente en los diarios. Después, casi lo tocará. E irá más lejos por el brigadista internacional Maik O'Donell Berger, conductor de ambulancias, voluntario de la brigada Lincoln.


Pese a la guerra los sentimientos viven, nacen, mueren. El amor debe derribar barreras, no puede limitarse a mirarlas y sentir que son demasiado altas o demasiado difíciles de escalar. Con Carmela sabemos que, salgan o no bien las cosas, hay quien nunca se rinde.

martes, 14 de julio de 2009

EBRO 1938. Los personajes (Diego Zaldívar)




Diego Zaldívar pertenece a la Tercera Escuadrilla de cazas republicanos, a las órdenes de Bravo, que lleva en su cola por símbolo una ficha de dominó, el seis doble; aunque a Diego le gustan más los de la Cuarta y Séptima que lucen en sus colas a un simpático Popeye. Se formó como piloto en la academia rusa de Kirovabad, Azerbaiyán.

Diego luce una cazadora negra con elásticos y cuello de piel, unas botas katiuskas y los ojos perdidos en su inquietante campo de visión. ¿Dónde está el enemigo?


Diego pilota con sus botas, cuya suela es de goma, y sus gafas de cristal inastillable y teñido. Ahí están los fiat y los Me-109.


Resulta inevitable al pensar en el Ebro no hablar de la aviación. Aunque habrá tiempo de hablar de otros aviones y de otros pilotos, he querido recordar las peripecias de Diego Zaldívar, sobre el frente del Ebro. Debo agradecer "Combate sobre España (memorias de un piloto de caza)" de José Larios (Editorial San Martín, y otros libros como la "Galería de aviones de la guerra civil española (1936-1939) de Juan Abellán García-Muñoz (Ministerio de Defensa - Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas).


En EBRO 1938, la batalla de la tierra alta, Diego Zaldívar pilota su I-16, su polikarpov del tipo 10, pisa la barra del timón, y lo tuerce hacia donde hace falta.
En el cielo que cubre la batalla combate Diego, y sabemos lo fácil que es, como decía Marco Aurelio, que nuestras vidas se pierdan en instantes:


Un instante y habrás olvidado todo; otro, y todos te habrán olvidado.



Sin embargo, hay quien nunca se rinde.

martes, 7 de julio de 2009

EBRO 1938. Las ciudades (Gandesa)



Por Rubén García Cebollero




La foto es de Marcel Puig, y no es de 1938. Resulta inevitable hablar de Gandesa y muchos son los libros, y los testimonios, que aquí quiero agradecer.

De entrada, al incombustible señor Francisco Cabrera Castillo, autor de Del Ebro a Gandesa, Almena, Madrid, 2002, por las conversaciones de unos años atrás, así como al ilustre Luis María Mezquida por sus 3 volúmenes de La batalla del Ebro. Diputación provincial de Tarragona, 1963-1967-1970 (3 volúmenes).

En EBRO 1938, la batalla de la tierra alta, no podía faltar Gandesa. No podía faltar el tono cantado de:

si me quieres escribir
ya sabes mi paradero
en el frente de Gandesa
primera línea de fuego

Gandesa estaba también presente en la novela "Se ha ocupado el kilómetro 6 (contestación a Remarque)" de Cecilio Benítez de Castro, que fue defendida por las tropas del alzamiento, y desde cuyo campanario saludaban con balas.


La iglesia de la Asunción contemplaba los parduscos campos, los viñedos y los árboles que asistían atónitos al inclemente intercambio de fuegos. El alcalde de Gandesa era Xavier Sicart Soler. A las puertas de la población había sacos terreros, parapetos y un control formado por guardias civiles, algunos paisanos armados y algunas fuerzas de orden público.

Meses antes del paso del Ebro, el brigadista internacional Robert Merryman murió junto a los surcos de un campo de viñedos cerca de Gandesa. Con sus botas de caña, sus pantalones de montar, su abrigo, su gorra de plato y sus gafas redondas.


Las guerras se cuentan por muertos, por bombardeos, por dolor. En Gandesa está el CEBE, el Centro de Estudios de la Batalla del Ebro, que apareció mucho antes del COMEBE, el Consorcio de Museización de los Espacios de la Batalla del Ebro, y como diría en la prensa años después Don Antoni Ferrés, vecino de Gandesa, en aquel tiempo: "no podíamos salir de las trincheras ni para hacer nuestras necesidades, todo lo que comíamos era enlatado, teníamos mucha sed y calor”.


El tiempo pasa y la metralla calla. Pero el silencio sabe que hay quien nunca se rinde.