miércoles, 30 de septiembre de 2009

EBRO 1938. Una entrevista;)




http://es.globedia.com/ebro-1938-entrevista-ruben-garcia-cebollero-novelista-poeta_1

domingo, 20 de septiembre de 2009

EBRO 1938 La quinta del biberón




La imagen pertenece a "La quinta del biberó. Els anys perduts" de Emma Aixalà, y reproduce la portada del 27 de julio de 1938, de La Vanguardia, en la que el ejército republicano cruza el Ebro.


En EBRO 1938 aparecen también algunos "biberones" que, como explica Aixalà, entre otros/as, iban al frente con la ropa de soldado, la mochila, un cubierto, un plato, un vaso, una manta y un fusil.


A algunos les tocaría dormir bajo la lluvia, a otros tender cables o hacer funcionar teléfonos, tras los gritos de la instrucción, breve: Un, dos, un, dos, media vuelta, izquierda, derecha.


Algunos padecían los discursos políticos de los superiores, o las primeras borracheras con los compañeros.


En La Fatarella recordarían el fuerte olor a vino que desprendían las calles. En la Punta Targa el comisario Portal daría 4 horas a los del Tercio de Requetés para que retiraran a los muertos, y heridos, caídos en las alambradas de Cuatro Caminos.

A algunos se les llagaron las manos por cavar aquell áspera, seca y rocosa tierra en la que costaba conseguir un centímetro, para construir parapetos, trincheras y refugios.


En la calle principal de Corbera había una bodega con enormes tinajas, que algunos visitaban cada día. Otros se deshidrataban en Pandols y Cavalls.


Existen tantas batallas como combatientes hubo. O más. Así que ahora recordaré una que recogía el 25 de julio de 2008, La Vanguardia, en la boca del señor Eudald Vila.


Eudald contaba: "De los 800 miembros de mi batallón, ¡una semana después de cruzar el río... ya sólo quedábamos 350! Lo peor fue el calor, la sed espantosa. El olor a cadáver. Nuestro pánico bajo bombas, granadas, balas... Tomábamos una cota, y éramos dianas. El 24 de septiembre llovían obuses y fuego. Avanzábamos saltando de cráter en cráter. Y una ráfaga separó la cabeza del cuerpo de un compañero a pocos metros. Otro cayó sobre una bomba y su cuerpo voló descuartizado, y sus despojos colgaron de las ramas de un olivo. Oías gritar ¡madre, madre! entre los chicos que caían. Yo sólo he llorado una vez en mi vida: el día que un amigo herido me decía adiós al ser evacuado en camilla. ¡Que solo me sentí allí en aquel momento!".

Hay historias que deben ser contadas. Siempre. Que deben recordar lo inútil que es la guerra. Que deben recordarnos, pese a todo, que hay quien nunca se rinde.

domingo, 6 de septiembre de 2009

EBRO 1938. Las brigadas internacionales



La foto fue publicada en La Vanguardia del domingo 30 de octubre de 1938. Al pie decía: "varias de las gloriosas banderas de los batallones internacionales".



En EBRO 1938 la presencia de las brigadas internacionales destaca en el capítulo de su despedida, pero también en el resto de la novela. Debo agradecer la labor de historiadores como Angela Jackson, y su "Més enllà del camp de batalla", César Vidal y "Las brigadas internacionales", Rémi Sloutelsky por "Novedad en el frente", Peter N. Carroll por "La odisea de la Brigada Abraham Lincoln", Chris Henry por "The Ebro 1938", o "Las brigadas internacionales" del CEDOBI, lo mismo que la memoria de brigadistas como Artur London ("Se levantaron antes del alba"), o Alun Menai Williams, que en paz descanse, con su "I vaig tornar a creuar l'Ebre", entre otros.


El historiador francés, Rémi Skoutelsky, iniciaba el capítulo segundo de su citada obra con una frase de Vladimir Jankelevich: "hay que empezar por el principio, y en el principio está el coraje".


En el final podríamos poner lo que escribió Edwin Rolfe: "Hombres de todos los rincones yacen aquí unos junto a otros, en paz ahora después de la crucial tortura del combate".


Dolores Ibarruri, La Pasionaria, les despidió diciendo: "Vosotros sois la Historia. Vosotros sois leyenda".


En la sierra de Pàndols un monolito, construido por Percy Ludwig y los de la XV Brigada, aún sigue recordando a los voluntarios, de 53 naciones, que intentaban defender los principios de libertad y convivencia internacional.


Uno de ellos, Sol Frankel, a los 87 años, sin poder mover el brazo derecho a causa de un balazo recibido en el Ebro, comentaba: "Perdimos la guerra, sí, pero si volviera a nacer volvería a luchar contra el fascismo". Estaba orgulloso de haber peleado junto a los republicanos, decía, con la cabeza alta.


Pero muchos nunca volvieron. Por ejemplo, los del batallón Vaillant-Couturier, que entre Amposta y el molino de arroz, cruzaron el Ebro. En la otra orilla recibieron fuego de ametralladoras y bombas de mano. Ni uno solo regresó.


Tampoco volvieron la mayoría del batallón Commune de París. Aunque consiguieron establecer una cabeza de puente, de unos cuatrocientos metros, fueron contraatacados, se quedaron sin municiones, y al llegar la noche no eran ni 100 de 800 los que aún estaban vivos.


Milton Wolff, el Lobo, diría años después: " de nuestro batallón (el Lincoln) formado por 3.000 hombres, 900 están enterrados en tierra española".


Con 27 años, el matemático David Guest falleció cerca de Mora de Ebro. En una carta a su madre decía: "Esta es una de las batallas más decisivas que nunca se hayan dado para el futuro de la raza humana, y todas las consideraciones personales se esfuman ante tal hecho".


En silencio sabemos que hay quien nunca se rinde.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

EBRO 1938. La foto de Miravet



Quizá sea la foto más famosa del paso del Ebro.


Hay otra foto en la que los soldados y las barcas republicanas cruzan el Ebro. Como explica Oriol Junqueras, en La batalla de l'Ebre, la conferencia que después publicó en 2007 Edicions La Guineu, la foto es falsa y se tomó una vez ya había comenzado la batalla.


Robert Capa toma una barca con soldados y los pone allí en medio para lograr una hermosa foto, con el privilegiado entorno de Miravet, y su castillo al fondo. La foto de los soldados que cruzan el río.


Lástima que ningún soldado en su sano juicio cruzara el río por allí, en ese punto, donde los márgenes del Ebro son altos y escarpados. Lástima que en Miravet el paso se hiciera por otro lugar, por el Paso de Barca, mucho más plano, que atravesó la 9a Brigada.


Como explica Joan Massana, en Memòries d'un soldat de l'exèrcit popular, las tropas pasaron por un cañizal inmenso y muy espeso. Alrededor de las 2 de la mañana. Los nacionales se refugiaron en el castillo, que estaba fortificado y tenía dos líneas de alambradas. Se rindieron. Había moros del Tabor de regulares, y tropas del 50 batallón de la 150 brigada.


Joan Massana vio como moría Tomàs Estella, bajo la ráfaga de ametralladora que le descargó un sargento moro. El capitán, Bartolo, le disparó e hirió, y éste se refugió en la parte trasera del castillo. El capitán y dos soldados más lo persiguieron, y lo mataron junto a otra persona más. En el castillo quedaban los prisioneros, y abundante material de guerra.


Pero hay muchas más historias, en Miravet, y en EBRO 1938. Porque todos sabemos que hay quien nunca se rinde.

martes, 1 de septiembre de 2009

EBRO 1938. La guerra en el aire



La foto es del libro "La guerra en el aire". Son pilotos alemanes, de la Luftwaffe.


Según "la guerra en el aire", el Stuka era un proyecto de Ernst Udet, quien compró en Estados Unidos dos Curtiss Hawk de bombardeo en picado con treinta mil dólares que le proporcionó su jefe y amigo Herman Göring... Fue idea del propio Udet colocarles las agudas sirenas llamadas "Trompetas de Jericó", que producían un estridente sonido, que ocasionada mayor pavor y motivaba que los defensores tiraran las armas y huyeran.


En el Ebro hubo Stukas que, "por su carácter secreto sólo pilotaron los alemanes que se los llevaron cuando se acabó la guerra".


Hace unos años le preguntaron al Lobo, a Milton Wolff (autor de "Otra Colina) y brigadista internacional en el 38, qué lección se llevó de aquellos años. Y Wolff respondió: "Tienes que jugar a todo o nada, hasta los cojones, como dicen aquí. No puedes quedarte a medias".


Quizá, por eso, aunque sea bajo los Stukas, en EBRO 1938 hay quien nunca se rinde.