Por Rubén García Cebollero
Quiero agradecer también la labor de Miquel Estruel i Isern. Tiempo habrá de citar otras obras y otros autores, pero ahora quiero señalar su "Serra de Pàndols. Cota 705. Història de la Lleva del Biberó - 41" que en 1998 publicó la Agrupació de Supervivents de la Lleva del Biberó - 41.
Por ello la foto ilustra el monumento a la paz, la reconciliación y la concordia.
Quizá más adelante cuelgue fotos de algunas de las fotos (todo el mundo sabe que la fotográfía se me da fatal, pero algo es algo) que tomé hace unos años. Una de dichas fotos es de la cota 705, a la que llegué con una increíble emoción, un día de semana santa, donde parecía que nadie más quisiera estar allí, y donde bajo el azul infinito del cielo sólo Gandesa me miraba a lo lejos.
Imposible no recordar los versos de Josep Gual:
Avui he tornat
a la serra de Pàndols.
I a la cova he trobat
les sabates d'en Jaume.
Un forat a les soles
i una pinta de bales,
dins un plat enfangat
tres cascots de metralla.
Des de l'any trenta-vuit
jo no havia tornat
a la serra de Pàndols.
I a la cova han quedat
les sabates d'en Jaume.
Traducción: Hoy he vuelto / a la sierra de Pándols./ Y en la cueva he hallado/ los zapatos del Jaime/. Un agujero en las suelas/ y una cinta de balas/ en un plato enfangado/ tres cascotes de metralla./ desde el año treinta y ocho/ no había vuelto yo/ a la sierra de Pandols./ Y en la cueva han quedado/ los zapatos del Jaime.
Las nubes, la luz, el cielo. La cota 705. La que cayó el catorce de agosto del 38. La de la ermita de Santa Magdalena. Una línia como el camino de la Fontcalda que nos recuerda que Pandols es una sierra desolada, sin agua, sombra ni casas. Una cadena de azuladas montañas de pizarra al sur del frente.
Y que a veces nos toca estar donde no queremos, donde no hay más remedio, donde no hay más salida. Y aún así: hay quien nunca se rinde.
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