martes, 7 de julio de 2009

EBRO 1938. Las ciudades (Gandesa)



Por Rubén García Cebollero




La foto es de Marcel Puig, y no es de 1938. Resulta inevitable hablar de Gandesa y muchos son los libros, y los testimonios, que aquí quiero agradecer.

De entrada, al incombustible señor Francisco Cabrera Castillo, autor de Del Ebro a Gandesa, Almena, Madrid, 2002, por las conversaciones de unos años atrás, así como al ilustre Luis María Mezquida por sus 3 volúmenes de La batalla del Ebro. Diputación provincial de Tarragona, 1963-1967-1970 (3 volúmenes).

En EBRO 1938, la batalla de la tierra alta, no podía faltar Gandesa. No podía faltar el tono cantado de:

si me quieres escribir
ya sabes mi paradero
en el frente de Gandesa
primera línea de fuego

Gandesa estaba también presente en la novela "Se ha ocupado el kilómetro 6 (contestación a Remarque)" de Cecilio Benítez de Castro, que fue defendida por las tropas del alzamiento, y desde cuyo campanario saludaban con balas.


La iglesia de la Asunción contemplaba los parduscos campos, los viñedos y los árboles que asistían atónitos al inclemente intercambio de fuegos. El alcalde de Gandesa era Xavier Sicart Soler. A las puertas de la población había sacos terreros, parapetos y un control formado por guardias civiles, algunos paisanos armados y algunas fuerzas de orden público.

Meses antes del paso del Ebro, el brigadista internacional Robert Merryman murió junto a los surcos de un campo de viñedos cerca de Gandesa. Con sus botas de caña, sus pantalones de montar, su abrigo, su gorra de plato y sus gafas redondas.


Las guerras se cuentan por muertos, por bombardeos, por dolor. En Gandesa está el CEBE, el Centro de Estudios de la Batalla del Ebro, que apareció mucho antes del COMEBE, el Consorcio de Museización de los Espacios de la Batalla del Ebro, y como diría en la prensa años después Don Antoni Ferrés, vecino de Gandesa, en aquel tiempo: "no podíamos salir de las trincheras ni para hacer nuestras necesidades, todo lo que comíamos era enlatado, teníamos mucha sed y calor”.


El tiempo pasa y la metralla calla. Pero el silencio sabe que hay quien nunca se rinde.

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