domingo, 19 de septiembre de 2010

ABSURDA GUERRA

El 25 de julio de 2008, en la Vanguardia, se publicó una entrevista de Víctor Amela a EUDALD VILA I SOLDEVILA.
He aquí algunos fragmentos:

-¿Qué pensaba usted de aquello?
Un comisario comunista nos decía: "¡Cruzaremos el Ebro y tomaremos la Península palmo a palmo hasta Galicia!". Yo le dije: "No creo que lleguemos nunca". Me arrestó.
- No tenía usted mucha fe.
Aquello era un desbarajuste. Un amigo mío me bromeaba: "¡Deberíamos enviarle una carta a Rojo declarándonos independientes de esta guerra!". ¡Estábamos aterrorizados! Rojo, jefe del ejército republicano... Le culpo de asesinarnos. ¿Acaso no sabía que Franco abriría el embalse de Camarasa y que la crecida del río ahogaría a muchos chicos? ¿No sabía que no teníamos aviones, que nuestros antiaéreos eran una filfa...? ¡¿No sabía que nos enviaba a una masacre?! ¡La guerra es la guerra! ¿Y los bombardeos sobre Barcelona? ¡Si un gobierno no puede proteger la vida de su población civil, que plegue!Esto pienso yo.
-¿Quería usted pasarse al otro bando?
¡No! Quería paz. De los 800 miembros de mi batallón, ¡una semana después de cruzar el río... ya sólo quedábamos 350! ¿No intentó desertar? Algunos se pegaban un tiro en un pie o una mano, para ser evacuados. "¡Me han dado!", gritaban. Pero se les notaba en la piel el fogonazo... y eran fusilados por desertores. Yo, como otros, alguna vez asomé la mano por encima de la trinchera, a ver si me herían...
¿Le hirieron? No. Y eso que un teniente insensato nos ordenó un día tomar una posición ¡con el sol de cara y los otros tirándonos a placer!: de 60 que corríamos, sólo 20 llegamos hasta un murete a cubrirnos. ¡En 150 metros quedaron 40 compañeros caídos! Durante horas, desde donde nos resguardábamos, oíamos cómo iban apagándose sus lamentos: iban muriendo... Cuando anocheció, retrocedimos. ¡Todo para nada! Eran acciones suicidas, ¡nuestros mandos no tenían ni idea!
¿Y los del otro bando? Franco envió allí a los más extremistas o incómodos de los suyos: los moros, los legionarios, los requetés navarros y los del tercio de Montserrat, chicos catalanes...
¿Mató usted a alguien? No creo... En la toma de una cota, nos ordenaron disparar contra los nuestros si reculaban. No pudieron tomarla, era ya de noche, recularon... Uno topó contra mí en la oscuridad, cara a cara. Le reconocí. Fingimos no habernos visto. Ni yo ni ninguno de mis compañeros disparó a los nuestros. ¡Cuánto me alegro de haber desobedecido!
¿Se considera héroe o cobarde? "Mejor cobarde vivo que héroe muerto", repetía un polaco en mi batallón. ¿Héroe...? ¿Cobarde...? No, yo me quedé en antihéroe.
¿Qué balance hace 70 años después? Enviaron al sacrificio a los chicos de familias pobres. Y nadie de los que nos masacraron nos pidió jamás perdón: ni Franco, ni Negrín, ni Companys, ni Rojo. Yo nunca más he podido ver una película de guerra: yo sé cómo sangra alguien herido de bala.

No hay comentarios:

Publicar un comentario